viernes, 30 de octubre de 2009

Carbón..Carbón. CARBÓN?!!

Hay cosas incomprensibles y que el carbón se siga utilizando es una de ellas.
Pero lo que no consigo entender es la razón por la que se siga apoyando con miles de millones de euros.
Esta semana, releyendo el Statistical Review of World Energy 2009 de BP ( http://www.bp.com/productlanding.do?categoryId=6929&contentId=7044622) me encontré con uno de los títulos del análisis:
"Coal, The fastest growing fuel in the world for the sixth consecutive year"

Y el caso es que me llamó la atención. Leyendo un poco más a fondo el estudio se oberva que el "culpable" de esto es China, con un crecimiento de un 6,8%, supone un 42,6 % del total del consumo mundial de carbón.
Pero si se sigue leyendo, esta vez analizando los datos, muchas de las reducciones del consumo de carbón en los países más desarrollados son "virtuales" ya que el descenso del uso del cabón se debe simplemente a una reducción del consumo suscitado por la bajada de la demanda energética.

El caso de España llama la atención ya que la reducción del consumo era demasiado importante para ser cierta y aquí encontramos la segunda parte de la historia:

Encontramos en ElPaís de hoy "Rodiezmo contra Kioto" donde habla del apoyo gubernamental al carbón y no sólo eso sino que plantea que se debe potencial la quema del mismo para "compensar" la reducción del año pasado debida a la caida del consumo.

Esta estrategia no es sólo un ataque directo al maltrecho protocolo de Kioto tal y como indica el economista jefe de la Agencia Internacional de la Energía, Fatih Birol; sino que distorsionan el mercado de forma tal que supera con creces las tan criticadas distorsiones de las subvenciones a las energías limpias.

Pero la subvención de la quema de carbón de forma directa no es su único coste, las compensaciones a las compañías de gas (propietarias de centrales de producción de ciclo combinado) que deberán detenerse para dar prioridad a este contaminante e ineficiente medio de generación son muy elevadas y se suman a las no poco significativos costes de emisión.

Y todos estos costes para mantener una industria obsoleta que debería haber desaparecido hace años. Los pocos trabajadores que en la actualidad se dedican a ello, vivirían mucho mejor con la mitad de los gastos actuales convertidos en ayudas para la reorientación laboral o al menos para un cierre progresivo (real) de las mismas.

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